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Una frase para pensar...

miércoles, noviembre 29, 2006

En busca de tu "media naranja" y "Entre más mejor"

En busca de tu media naranja


¿Has buscado infructuosamente a tu otra mitad? Para encontrarla hay que buscar en el lugar adecuado: en tu interior. Nosotros somos nuestra media naranja, y sólo si encontramos la forma de amarnos profundamente, podremos establecer relaciones de amor constructivo.

Enamorarse no significa estar ciego o entregarse a una fantasía, sino despertar de nuestros sueños para contemplar por fin la belleza que nos rodea.

El verdadero amor nunca hace daño ni produce heridas. Son nuestras confusas expectativas las que nos erosionan.

El amor es como una fiebre que llega y se va con total independencia de la voluntad.

Stendhal

Cuando estamos enamorados nunca nos

preguntamos qué sentido tiene la vida.

Maestro Bhagwan Shree Rajnees

¿Qué decir del amor de pareja en estos tiempos en que el divorcio va en aumento? Si el amor es algo tan natural, ¿por qué causa tanto sufrimiento?

Tal vez porque estamos algo confundidos. Primero, y contra la opinión de todos los poetas, habría que comenzar por definirlo. ¿Qué quiere decir te amo? Te necesito; no puedo vivir sin ti; me haces feliz. O tendrá algo más que ver con: Me regocijo con tu felicidad, incluso si eso significa que tengamos que tomar senderos diferentes.

El amor ha sido estudiado y descrito por infinidad de filósofos, investigadores y enamorados. Es un sentimiento simple que hemos complicado. Y es que lo que entendemos por amor, lejos de ser universal es profundamente personal. ¡De ahí tanto mal entendido! "La cultura desempeña un papel principal en el amor... aprendemos a responder a ciertos tipos de humor. Nos acostumbramos a la paz o la histeria de nuestros hogares. Y construimos nuestro mapa del amor a través de nuestras experiencias".

Así, la percepción del amor también tiene que ver con la época en que vivimos. El amor libre de los hippies no parece tener punto de encuentro con el amor romántico de La Dama de las Camelias. El primero se autodefinía como libre, era sinónimo de vida y se consideraba un antídoto contra la guerra; el segundo, en cambio, enaltecía la idealización, el sufrimiento y la muerte "por amor", que en realidad era tuberculosis o suicidio.

Más allá de épocas o definiciones, todos hemos sentido esa locura incomprensible, "esa euforia, ese tormento... [esas ansias de] otro encuentro... Y entonces, cuando ocurre, el más mínimo gesto de él nos congela el pulso. La risa de ella nos marea. Corremos riesgos estúpidos, decimos tonterías, reímos demasiado, revelamos secretos oscuros, hablamos la noche entera... ajenos al resto del mundo, cautivados y febriles, sin aliento, etéreos de felicidad".

Helen Fisher explica que "eso" no es amor. Es enamoramiento, una atracción irracional cuyo origen está quizás en el instinto de supervivencia de la especie, y dura un promedio de entre dieciocho meses y tres años. Termina por razones que van desde la costumbre hasta reacciones fisiológicas: "las terminaciones nerviosas se habitúan a los estimulantes naturales del cerebro [que producen ese estado de exaltación]". Al parecer, como todo lo demás, eso que llamamos amor es impermanente.

Pero también hay esperanza. Podemos aprender a amar desde otro lugar más estable, más certero, más real: el amor a nosotros mismos, la espiritualidad.

"Contrario a lo que se cree, el verdadero amor nunca hace daño ni produce heridas. Son sólo nuestras confusas expectativas las que erosionan nuestra vida y nos traen consecuencias negativas... Enamorarse no significa estar ciego o entregarse a una fantasía, sino despertar de nuestros tenebrosos sueños para contemplar por fin la belleza que nos rodea".

Y para ello, hay que encontrar a nuestra media naranja. Pero hay que buscar en el lugar adecuado: en nuestro interior. Hay un terrible mal entendido en la expresión de la media naranja, que nos ha hecho perder el rumbo durante siglos. Este concepto proviene del mito platónico que narra como, en un principio, además de hombres y mujeres existían unos seres que tenían ambos sexos. "Eran esféricos, tenían cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros... Eran muy arrogantes y atentaron contra los dioses. Como castigo fueron seccionados por la mitad... Una vez que la naturaleza de este ser quedó cortada en dos, cada parte echaba de menos a su mitad...".

Nosotros somos nuestra media naranja, y sólo si encontramos la forma de amarnos profundamente, podremos establecer relaciones de amor constructivo (que es el único amor verdadero) con otro. De preferencia un "otro" que también haya encontrado su mitad, que esté completo.

Hay tantas interpretaciones como personas. Pero vale más la pena aventurarse en nuestra propia búsqueda del amor que dejarse paralizar por el miedo ­-su verdadero antagonista-, con tal de tocar aunque sea por un instante el paraíso que es amar. A veces, como dice David Haro, "sientes algo irreversible". Pero, ¿y qué? Sin lugar a dudas, con todos sus riesgos, el amor es benéfico para la salud, alimenta el cuerpo, enriquece el alma y es una sustancia que rompe con las leyes de la física: mientras más das, más tienes.
 "Entre más, mejor"

 -          Hijo: Cuida a tu hermano mientras termina de cenar. Ya sabes que le da miedo quedarse solo en la cocina. Yo tengo que ir a ver si ya le bajó la fiebre al bebé.

-          Mamá, pero quería ver la tele, ya va a empe…

-          No te va a pasar nada porque la dejes de ver media hora. Cuida a tu hermano. Que no vaya a tirar la leche. No me tardo.

 Beto se resigna, se sienta en la mesa y se dice a sí mismo: «Y pensar que pudiera estar viendo… ¿Por qué tengo tan mala suerte?»
Mientras el hermano menor come tranquilamente, Beto se desespera y se levanta de la mesa sin hacer mucho ruido. Sale de la cocina y se dirige hacia el cuarto de la tele. No había dado dos pasos cuando su hermanito de dos años empezó a llorar porque se percató que se había quedado solo. «¡Qué miedoso -piensa-, no puede ser!»

A lo lejos se oye la voz de su madre que dice:

-          Te dije que no lo dejaras solo. Acompáñalo. No seas malo.
-          Ya voy…

Beto entra en la cocina y al ver la cara de angustia y susto de su hermanito se da cuenta que no podía ser tan egoísta. Se sentó y se puso a contarle algo. En menos de dos segundos, el hermanito había olvidado la oscuridad y la soledad de la noche, y Beto  que quería ver la televisión. El pequeño reía con lo que le platicaba el mayor, y éste gozaba haciéndole reír.

Esta simple historia es una lección de vida para muchas familias. ¡Qué valioso es saber compartir nuestro tiempo con las personas que nos rodean!

Pero no basta compartir el tiempo que nos sobra, nuestro tiempo libre. Es necesario aprender a compartir el que ya teníamos previsto utilizar para otras cosas: ver la televisión, jugar, salir con amigos, estudiar, trabajar, etc. Esos pequeños sacrificios que uno hace cuando tiene siete, diez, quince años, son semillas que sembramos en el corazón y que con el paso del tiempo, florecerán en grandes gestos de amor y caridad con la gente que nos rodea.
         
Por ello siempre he pensado que al hablar de educación, lo mejor que un padre le puede dar a sus hijos son sus hermanos. Entre más, mejor.

La razón es muy sencilla: con muchos hermanos uno tiene que romper su egoísmo, tiene que salir de sí mismo, saber sacrificarse y aprender a vivir en un mundo rodeado de gente.

Desde pequeños, los hermanos aprenden a cuidarse unos a otros, a compartir juguetes, a defenderse en el colegio de los "molestosos". De igual forma, entre más hermanos existen en una familia, uno deja de ser el centro de atención de la casa; ya que los papás tienden a centrarse en los más pequeños, los enfermos.

Esto lo comprobamos en cada una de las familias numerosas que encontramos por la vida. En ellas se demuestra que al tener más hijos aumenta el amor, pues crece la necesidad de ayudarse, de donarse uno al otro, de hacer pequeños y grandes sacrificios.
Los hermanos ayudan a que cultivemos esas semillas de sacrificios que sembramos en la convivencia diaria. Semillas que se convertirán en grandes y hermosos frutos de amor. A la hora de aprender, no basta todo lo que los padres le dicen y le enseñan a uno. El testimonio, el amor y el tiempo compartido entre hermanos es el testamento más valioso que uno hereda de su familia. 



"Las oportunidades no hay que esperarlas,hay que crearlas"
 
*TESSY*

http://tessyhg.blogspot.com


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