Un abrazo a todos!!!
LA PERSEVERANCIA
El frasco de cristal tenía su lugar sobre la mesita de noche, al lado de la cama de los padres de aquel niño llamado Brian.
Cada noche, antes de acostarse, su padre vaciaba religiosamente sus bolsillos y depositaba en el frasco las monedas que le habían sobrado.
A Brian le gustaba mucho escuchar el sonido que las monedas hacían al caer en el frasco. El sonido era un alegre tintineo cuando el frasco estaba casi vacío. Después, conforme el frasco se iba llenando, los sonidos iban cambiando gradualmente en golpes metálicos más graves.
El niño solía arrodillarse frente al frasco para admirar los reflejos que los rayos de sol provocaban sobre aquellas monedas de cobre y acero al entrar por la ventana.
A veces pensaba que el frasco era como un tesoro pirata.
Cuando el frasco se llenaba, su padre se sentaba en la mesa de la cocina y con mucha paciencia ordenaba por su valor todas las monedas antes de llevarlas al banco.
Después, apilaba pulcramente todos los grupos de monedas en una caja de cartón.
De camino al banco, la caja viajaba sobre el asiento de la vieja camioneta, entre Brian y su padre.
Mientras manejaba, el padre veía a su hijo con esperanza y le decía:
-Estas monedas te mantendran lejos de la fábrica textil. Serás mejor que yo. este viejo pueblo textilero no te va a retener.
Mientras le entregaba la caja de monedas al cajero del banco, solía decirle con orgullo:
-Estas monedas son para que mi hijo vaya a la universidad. Él nunca va a trabajar en la fábrica como yo.
Brian y su padre celebraban cada depósito con un cono de helado. Cuando el empleado de la heladería le regresaba el cambio, su padre le mostraba esas pocas monedas en la palma de su mano mientras le decía:
-Cuando volvamos a casa comenzaremos de nuevo a llenar el frasco.
Brian siempre arrojaba en el frasco vacio las primeras monedas. Mientras caían su padre decia:
-Irás a la universidad gracias a estas pequenas monedas. Yo me aseguraré de eso.
Los años pasaron y Brian se convirtió en hombre. Gracias al coraje de su padre, Brian fue a la universidad.
Algunos años después, consiguió un empleo en otra ciudad. Un día, estando de visita, Brian advirtió que el frasco ya no estaba al lado de la cama de sus padres. El frasco, penso, había cumplido su propósito y había sido removido de su lugar. Se le hizo un nudo en la garganta al ver vacío el lugar donde el frasco había estado presente durante años.
Su padre siempre había sido un hombre de pocas palabras y nunca le habia hablado sobre la determinacion, la perseverancia y la fe. Pero no había sido necesario. El frasco le enseñó desde niño todas esas virtudes más firmemente que mil palabras.
Cuando Brian se casó, le contó a su esposa acerca del importante papel que aquel sencillo frasco había jugado en su vida cuando era niño. En su mente, el frasco representaba más que cualquier otra cosa, el amor que su padre sentía por él. Nunca le importó cuan difíciles fueran las cosas en casa, su padre siempre continuó tenazmente echando monedas en el frasco.
Aunque su padre fue despedido de la fabrica textil y su madre solo pudo servirles de comer alubias durante varias semanas, ninguna moneda fue sacada del frasco. En vez de ello, mientras comían su padre lo miraba y le decía:
-Tú terminarás la universidad y no tendrás que comer alubias! a menos que se te antojen.
Tras el nacimiento de la primera hija de Brian, fueron a pasar la primera Navidad en casa de sus padres.
Después de la cena, los padres de Brian se sentaron juntos en el sofa mientras cargaban por turnos a su primera nieta.
La bebe comenzó a llorar, por lo que la esposa de Brian la tomó en brazos para llevarla a la habitación de sus suegros y cambiarle su pañal. Cuando la esposa de Brian volvió a la sala, tenía un extraño brillo en sus ojos. Dejó a la bebe en brazos de su suegro y tomo a Brian de la mano para llevarlo al cuarto de sus padres.
-Mira junto a la cama.
Para sorpresa de Brian, y como si nunca hubiera sido removido, al lado de la cama de sus padres estaba el viejo frasco con el fondo ya cubierto con monedas. Su padre habia comenzado a llenarlo de nuevo desde el día en que naciera su nieta.
Sin pensarlo, Brian busco en sus bolsillos, se arrodilló, y con una gran emoción echó en el frasco todas las monedas que tenía.
Cuando Brian se levantó, su mirada se cruzó con la de su padre, quien había entrado a la habitación con su nieta en brazos. Ambos sabían que sentian las mismas emociones.
Ninguno de los dos pudo hablar.
Todos nuestros sueños pueden dividirse en partes tan pequeñas como las escasas monedas que caben en nuestra mano. Si tenemos el temple y la perseverancia para cumplir con esa pequeña parte día tras día, tarde o temprano veremos como nuestros sueños se convierten en realidad.
"Las oportunidades no hay que esperarlas,hay que crearlas"
*TESSY*
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